La princesa Mononoke
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La princesa Mononoke
La princesa Mononoke
La Princesa Mononoke (もののけ姫 Mononoke Hime?) (1997) es una película de animación japonesa de Hayao Miyazaki.Ambientada en el Japón medieval, se centra en la lucha entre los guardianes sobrenaturales de un bosque y los humanos que necesitan sus recursos, visto por el forastero Ashitaka. "Mononoke" no es un nombre, sino una descripción que puede ser traducida en este contexto como: "espíritu vengador", haciendo el título de la película La Princesa de los Espíritus Vengadores.
Argumento:
La tierra natal de Ashitaka
El último príncipe Emishi (ainu), Ashitaka, salva a su aldea del asalto de un Tatarigami, un demonio que destruye todo lo viviente tan solo al tocarlo. Usando su arco, Ashitaka le da muerte aunque es herido por este, dejando una oscura marca en su brazo. Al observar el cadáver del monstruo, Ashitaka descubre que en realidad era el dios jabalí Nago, que por medio del sufrimiento y el odio fue maldito hasta convertirse en Tatarigami. Ashitaka consulta a los ancianos de la aldea, temiendo por su vida al sospechar que la herida dejada por el demonio en su mano le haya transmitido su maldición. Ellos descubren una enorme bola de hierro en el cuerpo de Nago, y deducen que podría ser la causa del sufrimiento del jabalí que le llevo a la locura. La anciana del pueblo relata a Ashitaka que aunque su herida sólo cubre su brazo, se irá extendiendo por el cuerpo de Ashitaka hasta que muera. La maldición es un arma de doble filo, ya que en los momentos en los que se deje llevar por el odio obtendrá una fuerza increíble a cambio de que la maldición se propague más rápido. Cuando esto ocurre, su brazo se llena de gusanos negros retorciéndose, similares a los que tenía Nago.
La anciana recomienda a Ashitaka viajar hacia el oeste con la intención de ir a la tierra natal de Nago y encontrar el lugar del que proviene la misteriosa bola de hierro, en busca de una cura. También le advierte de que durante su viaje deberá "ver con los ojos vacíos de odio". Al aceptar su destino tiene que aceptar también su exilio de su tierra natal, a la que no podrá volver nunca más y dejará a los Emishi sin heredero. Ashitaka monta a Yakul, su leal ciervo rojo y se dispone a partir sin mirar atrás, ya que está mal visto en la aldea despedirse de alguien que parte al exilio. Sólo una persona despide a Ashitaka, una chica a que él llama "hermana pequeña", quien le regala una daga de cristal para que no se olvide de ella.
Viaje a la ciudad del hierro
En su viaje hacia el oeste Ashitaka ve como unos samuráis saquean un poblado indefenso. Ante tal injusticia, intenta distraerlos usando su arco, pero en ese momento se activa la maldición y le otorga a la flecha un poder sobrenatural. Aunque él sólo pretendía distraer a los samuráis, la maldición hace que su disparo vaya con tal fuerza que arranque los brazos de uno de ellos y decapite a otro. Tras esto, Ashitaka descubre que cuando la maldición aflora, la marca se extiende por su cuerpo con mayor velocidad.
En la siguiente aldea se encuentra con un extraño monje, Jigo, salvado por Ashitaka durante el ataque anterior. Tras mostrarle el trozo de metal extraído de Nago, el monje le comenta que quizá encuentre respuestas en un lugar llamado "La ciudad del hierro".
Mientras tanto, en una colina no muy lejana, una manada de kamis del clan del lobo que asaltan a una caravana que transporta arroz a la ciudad del hierro. Uno de los lobos es montado por una mujer, la princesa Mononoke. La lider de la manada, Moro, madre de los otros lobos del grupo recibe un disparo de Lady Eboshi, la dirigente de la Ciudad del Hierro, y cae rodando por la colina.
En su camino hacia la Ciudad del Hierro, Ashitaka pasa por debajo de la colina donde tuvo lugar el combate y donde han caído parte de los heridos y muertos. Ashitaka ve a la princesa Mononoke escupiendo la sangre de la herida de Moro con la intención de sanar la infección y purificarla. Trata de hablar con ella, pero esta sólo le dice que se vaya.
Algunos kodamas, o espíritus del bosque, aparecen y Ashitaka les pide ayuda. Ellos lo guían a través del bosque, y lo conducen a él y a los dos heridos supervivientes a la ciudad del hierro.
La ciudad del hierro
Ashitaka finalmente llega a la ciudad del hierro donde se encuentra con Lady Eboshi, quien le desvela gran parte de los detalles relacionados con su maldición. La ciudad del hierro lleva mucho tiempo en guerra con los animales del bosque debido a la tala de árboles para extraer el metal de las minas. Los animales, furiosos por la destrucción de su hábitat, han emprendido una guerra contra los humanos. Así, en una batalla entre el clan de los jabalíes y los humanos, Eboshi hirió con su fusil a Nago causándole dicha maldición. Ashitaka se enfada por el comportamiento destructivo de Eboshi, sobre todo porque le ha afectado a él. Más tarde se da cuenta de que Eboshi ha creado en la ciudad del hierro una comunidad donde grupos sociales como los leprosos o las prostitutas son tratados por igual; situación que sólo podrá mantenerse si se continúa con la extracción de hierro.
San, la princesa de los lobos (princesa Mononoke) ha intentado varias veces asesinar a Lady Eboshi con la idea de que la ciudad caería sin su liderazgo. Mientras Ashitaka está en la ciudad, San hace una de estas incursiones, dispuesta a retar a un duelo a Eboshi. Ashitaka se da cuenta de que el duelo es una trampa de la gente de la ciudad y lo detiene. Tras dejar a ambas inconscientes, toma a cuestas a San e intenta dejar la ciudad. Una de las mujeres le dispara sin querer. Aun así, Ashitaka continúa caminando con San a cuestas, a pesar de perder mucha sangre. Finalmente usa la fuerza de su maldición para abrir la puerta de la ciudad (que normalmente necesita la fuerza de diez personas para ser abierta) y deja la ciudad del hierro montado en Yakul.
En el bosque
Mientras Ashitaka se va de la ciudad de hierro llevando a San, pierde la fuerza de la maldición y se cae de Yakul. Los dos lobos "hermanos" de San intentan comerse a Ashitaka, pero San los detiene. Por un lado, está furiosa porque Ashitaka interrumpió su ataque a Eboshi, pero por otro está confusa porque él no parecía estar del lado de Eboshi y le extraña ver a un humano ayudarle. San le pide que se explique si quiere seguir vivo. La explicación le enfurece aún más, ya que ella se considera un lobo y está dispuesta a morir por su causa. Cuando San está a punto de darle un golpe mortal, Ashitaka le dice que es hermosa, antes de caer inconsciente. Un grupo de monos aparecen dispuestos a comerse a Ashitaka para según ellos "adquirir su fuerza", pero ella los detiene.
San, que finalmente siente compasión por él, decide llevar a Ashitaka al gran estanque sagrado escondido en el corazón del bosque. Deja tumbado a Ashitaka en una pequeña isla en el centro del lago y planta un pequeño tallo al lado de su cuerpo como ofrenda. Después intenta liberar a Yakul, pero el alce rechaza la oferta y se queda junto a su amo. Finalmente, el espíritu del bosque, Shishigami, aparece ante la solicitud de San. Shishigami cura la herida de bala de Ashitaka con un toque de su boca, pero no su maldición.
Al día siguiente, el dios jabalí Okkotonushi (Okkoto en algunas traducciones) y su manada llegan al bosque de Shishigami tras varios meses de viaje. Su objetivo es matar a todos los humanos y proteger el bosque, o morir intentándolo, consiguiendo aquello en lo que Nago fracasó. Cuando Ashitaka se ha recuperado totalmente, Moro le dice que abandone el bosque o le matará. Moro desprecia a los humanos, pero no con tanta pasión como San.
La guerra
Ashitaka está preocupado por San y por el bienestar del bosque, pero por otra parte simpatiza con la gente de la ciudad del hierro. Intenta ser mediador en el conflicto y encontrar una solución que satisfaga a ambos bandos, pero tanto Eboshi como San están cegadas por el odio y finalmente no consigue evitar que comience la guerra.
La guerra tiene lugar a tres bandos. Un poderoso samurái, Asano, ha mandado a sus tropas a atacar por sorpresa la ciudad, demandando la mitad de todo el hierro. En tanto, el clan de Okkotonushi prepara sus fuerzas para su propia guerra. Lady Eboshi sabe que sus principales enemigos son los humanos, y no bestias o dioses, ya que estos son más traicioneros y sus armas son más poderosas que las garras o los colmillos. Eboshi se alía con los Jibashiri, los agentes del emperador que han llegado a la ciudad dirigidos por el monje Jigo para derrotar a los jabalíes y matar a Shishigami. El emperador cree que la cabeza del espíritu del bosque le otorgará la inmortalidad y está dispuesto a pagar gran cantidad de oro por ella. Eboshi deja a las mujeres defendiendo la ciudad, ya que está segura de que son lo suficiente fuertes como para defenderse. Toma esta decisión en parte porque sabe que sus hombres son buenos cazadores, pero también porque sabe que la traicionarían una vez su trabajo haya acabado.
Los jabalíes, a pesar de su gran número, caen en las minas de los humanos. Solo Okkotonushi, gravemente herido, sobrevive. Para matar al Shishigami, los Jibashiri utilizan las pieles de los jabalíes para engañar y confundir a Okkotonushi, que es ciego. Cuando este los huele y escucha, cree que son los espíritus de sus guerreros que han regresado de la muerte y busca al Shishigami para que los reviva. Antes de que Okkotonushi pueda llegar a la isla, los Jibashiri intentan acabar con él, lo que causa que su odio lo sobrepase. Entonces se convierte en un demonio, con muchos gusanos rojos de odio alrededor de su cuerpo. San intenta expulsar a estos gusanos del jabalí, pero un cazador dispara a San que queda inconsciente y es engullida por los gusanos demoníacos de Okkotonushi que corre hacia el lago sagrado.
Ashitaka siente que San está en apuros. Con uno de los hermanos-lobo de San, rescatado del campo de batalla, Ashitaka entra en el bosque para buscar a San. Durante su búsqueda, se encuentra con Lady Eboshi y le avisa de que el samurái Asano está atacando la ciudad del hierro. Los hombres de Eboshi vuelven hacia la ciudad, pero ella continúa en su caza del Shishigami. Cuando Ashitaka encuentra a San, Okkotonushi ya ha llegado a la isla sagrada. Ashitaka intenta salvar a San de los gusanos, pero Okkotonushi tira a Ashitaka al agua. Moro, que estaba inconsciente a causa del progreso de la infección causada por el rifle que la hirió, despierta y corre hacía Okkotonushi, gritando que suelte a su hija. Moro consigue sacar a San de la oscuridad del jabalí, usando la poca fuerza que le queda para salvar a San en lugar de luchar contra Eboshi. Ashitaka coge a San de la boca de Moro y la sumerge en el agua para liberarla de los gusanos malditos que quedaban en su cuerpo.
El Espíritu del Bosque
El espíritu del bosque aparece, este recibe un disparo pero no le mata y sigue hasta llegar a aquel jabalí endemoniado que en su día fue un gran líder. El espíritu alivia su pesar quitándole la vida y la maldición, mientras Moro aparentemente muere, pero sólo se desmaya por el dolor y el cansancio. El espíritu se dispone a cambiar después de esto, pero en plena transformación recibe un disparo de Eboshi que separa su cabeza de su cuerpo. El espíritu y el caminante nocturno mueren, sólo queda un lodo que mata todo lo que toca (después de esto Eboshi es mordida perdiendo un brazo por la cabeza de Moro). Todo se convierte totalmente, de una lucha contra los animales, los cazadores son perseguidos por el lodo tanto como por San y Ashitaka. Una carrera contrarreloj esperando la salida del sol, momento en que morirá el espíritu). Pero al verse acorralados sólo pueden ceder la cabeza a San y Ashitaka, aunque con un precio que sorprendió a San y no importó a Ashitaka, la expansión de la marca del diablo. Aunque llegan tarde no se pudo hacer el cambio caminante-espíritu antes de que saliera el sol. El espíritu muere.
Conclusión
San y Ashitaka despiertan sin marca del demonio alguna, sólo rodeados de bellas montañas recubiertas de flores (representando el ciclo de la vida, en el cual los cuerpos alimentan la tierra). Ashitaka comunica a San que se dedicará a reconstruir una nueva ciudad, que siempre estará con ella, y ella se ira al bosque. Lady Eboshi decide lo mismo cerca de las ruinas de la ciudad, tanto las mujeres como los hombres de la ciudad sobreviven a la guerra, casi todos. El espíritu del bosque estará siempre allí, según Ashitaka, animando a vivir.
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